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"LA TIERRA DE PORÁI ANDA Y LOS DOS LOCOS"

La historia que esta a continuación se desarrollara en un weblog especial destinado especialmente a esta historia, la idea, es que este weblog, se desarrolle con otros e interlace con otros, para formar una historia no lineal, que se pueda recorrer por distintas partes de la red.

A continuación esta la primera parte de la historia, las demas partes seran publicadas en los próximos día, con la información correspondiente de la creación del weblog.

Esa fue la primera vez que sentí hablar de ellos, por suerte al poco tiempo de que me llegaron sus historias tuve la posibilidad de conocerlos, fue uno de ellos, quien me lo contó en persona. Era un ser fabuloso, pero posiblemente era el hombre con las ideas mas extrañas que transitaban la faz de este planeta, sus vidas cambiaron el día que se conocieron, fue ese mismo día cuando su locura paso a ser algo magistral, y su relación encajo tan bien como dos moléculas de hidrogeno, y una de oxigeno que dan origen a la sustancia única y necesaria, el agua, imposible de originar, imposible de dividir; eso eran ellos la combinación perfecta de dos cosas.
Por un lado estaba Mario, de treinta y un años, los médicos le habían diagnosticado esquizofrenia con ataques de pánicos severos que alteraban su personalidad y lo hacían transformarse en otra persona, a demás acarreaba un problema de nacimiento, originado por una falta de oxigeno en el parto; por culpa de ello Mario se perdía o no recordaba algunos momentos de su vida, eso era otra cosa que me habían dicho, ya que nunca tuve la posibilidad de verlo en ese estado de desorientación en el que el entraba, y su personalidad me parecía tan fuerte, que nunca me lo podría imaginar si no fuera por verlo. Del otro lado estaba Juan, Juan era todo lo contrario a Mario, en realidad no parecía un enfermo psíquico, y las veces que lo e visto después de lo del campo jamás lo relacione con un enfermo del Hospital Juárez, pero si estuvo allí aunque sea un día seguro que tuvo problemas, y si no los tuvo, le quedaron por haber estado en este lugar, en los pasillos se comentaba que era una persona totalmente normal hasta el momento en que se enojaba, ya que decían sus ataques de nervios dirigidos contra el mismo, era atroces de verlos y casi imposible de pararlos, eso tampoco nunca lo vi. pero sus marcas en el cuerpo de cierto modo me daban la certeza de que esa versión podía ser cierta.
Esto si me lo contaron ellos, dicen que el día estaba muy caluroso y solo la época de lluvia podía aliviar la pesadez del aire, y posiblemente ni esta lo aya logrado. La ambulancia parecía no adelantarse en la inmensidad de la ruta, sus paredes acolchadas intensificaban el calor, que terminaba tornándose insoportable debajo de los chalecos de fuerza que ambos llevaban puestos por seguridad, esa fue la primera que Juan y Mario se conocieron ambos eran trasladados hacia el Hospital Juárez, un viejo centro de tortura encubierto para personas con problemas físicos y psíquicos al que nadie quisiera ir ni para salvarse del infierno.
Ahí esta dijo Mario mirando por las rendija de las cortinas de chapas que cubrían las dos únicas ventanas del coche, dando vuelta la cabeza rápidamente y queriendo hacer seña con sus manos amordazadas por el chaleco, dijo- eeee che veni mira dale,-que querés -dijo Juan con tono cortes, mirando fijamente la ventana y haciendo de cuenta que hablaba consigo mismo se respondió decide en donde estamos, dale dale que lo pierdo de la cabeza, y ahí es donde tengo que venir a vivir acá, si no me muero- resalto en tono triste mientras Mario exaltado y haciendo un tremendo esfuerzo con sus piernas lo choca para ver el lugar que de a poco iba perdiendo su lugar en la ventana, -no se, la verdad que no me ubico, no puedo ver en donde estamos- y se tiro para atrás.
Mientras los conductores de la cabina del transporte discutían fuertemente sobre el partido de fútbol de la semana en golpe constante se escucha en la parte de atrás -escucha dice uno que es el motor- un chillido de gomas se escucha y la camioneta se detiene bruscamente en mitad de la ruta ambos se bajan furiosos, con los ojos entrecerrados por la intensidad del sol, antes de abrir la puerta el mas grande de los dos enfermeros o lo que ellos hayan sido miro al otro y dijo -que no se escapen-,, manoteo la puerta y la abrió de manera muy rápida, pero como si estuviera planeado Juan y Mario salieron corriendo atropellando todo lo que en su camino se cruzara, con sus manos presionadas contra la espalda por el chaleco y sus ojos enceguecidos, Mario cayo de rodillas sobre el pavimento a los pocos pasos de habérsele escapado a los grandes brazos del enfermero, mientras ambos forcejeaban con este salio Juan, como pidiendo permiso para salir de la camioneta, desorientado miro a todos lados y diviso un cartel cerca de donde la ruta, el calor y la imaginación, se mezclan para producir agua, que apenas se distinguía, paro unos segundos hasta que sus ojos se adaptaran a la luz y antes de que uno de los enfermeros que estaba apretando la cabeza de Mario contra el pavimento calurosa se volteara para verlo, corrió, corrió como antes nunca lo había hecho y a pesar de que era un hombre de unos cuarenta y cinco años que nunca había hecho deporte porque sus padres decían que eso le quitaba tiempo para estudiar, llego primero al cartel que el enfermero que desesperado lo seguía a pasos agigantados mientras, forcejeando en el piso Juan gritaba –hace lo que te dije- repetidas veces de manera tal que sus cuerdas vocales perecían cortarse por la fuerza que este hacia para tratar de que Mario lo escuche. Al llegar al cartel totalmente abatido, se paro en frente y leyó de manera pausada por la falta de aire lo que este deciden tono muy bajo y agitado, cuando levanto la vista, se encontró con los brazos del enfermero que de manera experimentada le aplico una llave que en segundo lo dejo recostado en el piso y sin fuerzas que sumado al agotamiento de la corrida, permitieron que el enorme morocho vestido de verde lo tomara de sus brazos y lo pusiera sin problemas sobre su hombro, sin imponer resistencia Juan fue transportado por el enfermero sin despegar la vista del cartel, hasta que recompuso levemente su ritmo, y miró hacia un costado, girando levemente su cabeza para que el guardia no piense en que trataba de escaparse y apretara mas su cuerpo, y a pesar de de la falta de aire, y la incomodidad de la postura originados por el abraso contenedor de este hombre, pudo ver el campo que el agotador escape había impedido, y por un momento se le puso la piel de gallina, sus ojos tomaron el brillo de una canica recién comprada, y un nudo atravesó su garganta, dejándole la mente seca sin ninguna probabilidad de reacción inmediata. Era el lugar mas bello que había visto en su corta vida, con unos árboles frondosos del tamaño de los edificios de la ciudad, reposados sobre una tierra fértil que se mezclaba fácilmente con el cielo, vigilada por pájaros que revoloteaban pero no se alejaban del lugar por miedo a perderse, y en conjunto todo producía un bienestar y una felicidad capas de encontrar en otro lugar del mundo. Recuerdo la primera vez que me lo contó, sus ojos se llenaron de lagrimas, y por unos instantes recordé a mi vieja abuela italiana cuando los domingos después del almuerzo nos contaba de Italia su tierra natal, y sus ojos se emocionaban y su corazón parecía dolido, en ese momento me concentre en las palabras de Juan, pero por un momento recordé que era una persona con un desorden psíquico, a demás había leído una de mis tantas noches de soledad en el hospital, en uno de sus expedientes que este personaje tan serio tenia una amplia capacidad de crear historias de la nada y lo tome como una de mis tantas charlas con el, y no mostré ningún asombro por el tema.
Pero el trayecto de vuelta hacia la camioneta lo fue dejando sin esperanzas, todavía agitado por la corrida, y totalmente perplejo por lo que sus ojos habían deleitado, no ofreció ninguna resistencia cuando el enfermero lo sentó cerca de la puerta y se dio vuelta para entrar a Juan, que todavía seguía gritando con las rodillas ensangrentadas apoyadas contra el pavimento, mientras forcejeaba con el otro enfermero que parecía no tener tanta experiencia como el primero; los golpes desgarradores no alcanzaron para distraerlo, pero si lo hizo la inyección de valium que con la precisión de franco tirador y la delicadeza con la que un carnicero desgarra sus reces el enorme enfermero le coloco a la altura del cuello. En unos pocos minutos sus brazos fuertes dejaron de luchar y su cuerpo quedo reposado como muerto en el suelo. Cuando Juan reacciono y trato de girar la cabeza, el cuerpo de Mario era arrastrado por los conductores del coche, y depositado en el interior, las puertas de la ambulancia se cerraron dejando atrás la tierra maravillosa y los sueños de esperanza. En menos de lo que canta un gallo el vehículo transitaba nuevamente por la desolada ruta, como si nada hubiese pasado en hasta el momento.
Con las pocas fuerzas que le quedaban Mario tratar de levantar la cabeza, su cara estaba totalmente traspira, y el efecto inmediato de la inyección le impidió ese movimiento, pero sin desesperarse como si ya tuviera experiencia con los efectos aniquiladores del valium, se conformo con mover la vista hacia el rincón donde estaba Juan y de su incontrolable boca, murmurando en tono muy bajo dejo escapar la frace hiciste lo que te dije, Mario que todavía no había reincorporado el ritmo totalmente, lo miro y le dijo –si, dejando un silencio casi desesperante, pero no se bien en que lugar estamos. Mario quiso seguir la conversación pero su lengua ahora le pertenecía a los efectos del tranquilizante y quedo talmente abatido durante unos minutos hasta que se durmió.
La intensa lluvia de la tarde todavía no había apagado el calor de la mañana que rondaba por las calles mojadas, haciendo del día algo insoportable. El reloj estaba por marcar las cinco, y la ambulancia se había tardado mas de lo normal, pero cuando mi preocupación empezaba por inquietarme, el rechinante sonido del portón me dio la certeza de que había sido otro traslado con éxito. En agosto del años pasado un rumor empezó a correr por los pasillos de que dos enfermeros habían violado y torturado a una joven, el tiempo paso y los comentarios de esa noche terminaron en la portada de todos los diarios, los enfermeros quedaron en la calle , y la bella joven de cabello claro y ojos pardos desapareció de la tierra, sus padres dos personas de edad muy adinerados, la llevaron a otro país en donde, dicen la mantiene bajo cuidado intensivo, esta historia puede ser cierta, es mas yo lo creo, y nunca lo negué, lo que si es cierto es que de un día para el otro el hospital comenzó a cambiar, los pacientes tranquilos y manejables, eran trasladados por sus familiares que aterrorizados por las noticias de los diarios, levantaron demandas y realizaron investigaciones llevando poco a poco la institución a la quiebra, en menos de cinco meses los pabellones estaban desolados, y la institución se caía a pedazos por la falta de fondos económicos, solo unos pocos abandonados por o desarraigados de sus hogares se mantenían en el lugar, luchando sin saberlo porque el edificio no quede en el olvido. Fueron meses duros que terminaron con la llegada del apoyo del gobierno que prometió traernos cuatro pacientes por mes hasta llegar a completar las camas del establecimiento, a cambio de esto nos tocaría un subsidio mensual que dejo de ser satisfactorio cuando las camas que había no alcanzaban para la cantidad de pacientes, que provenían mayoritariamente de presidios y cárceles o que eran el desecho de algún hospital, en el que ya no había lugar, o medicamentos para estos, y también contábamos con la presencia de los que yo llamaba los sentenciados, eran personas que llegaban, con poco tiempo de vida a este lugar, por la avance de su enfermedad, y solían ser los mas tranquilos del lugar, y a demás muy afectivos, como si la llegada de la muerte los ablandara por completo, volviéndolos unos niños afectivos, con necesidad de dar y recibir todo el amor del mundo. Desde esa ves el hospital, mejoro algunos problemas organizativos que poseía en el interior de sus entrañas, dentro de estos se vio la necesidad de mejorar los horario de llegada y salida de ambulancias, como para volver a presentarse como una institución responsable en frente a esta sociedad que tanto lo había machacado.
De principio fue un día normal, la llegada de los dos nuevos pacientes no había alterado el esquema diario de orden de la institución, existen pacientes rebeldes que producen una gran revolución al entrar a por los pasillos que conducen hacia la sala de enfermería de control, pero este día era distinto, uno de ellos habla entrado en una especie de trance debido a los efectos del valium, que se le había aplicado el día anterior, y el otro estaba muy tranquilo, es mas uno de los enfermeros, nos informo sobre un pedido de este, de una habitación que tuviera ventana a la calle, lo cual no podía ser, porque las mismas estaban superpobladas de enfermos, que añoraban con salir en libertad y se pasaban la mayoría de sus horas mirando por la ventana la triste vereda del lado del frente, que poco transitada, pasaba la mayor parte del año tapada, en otoño por las secas hojas que sus durazneros dejaban olvidados, y en verano por la tierra y basura que el intenso y constante soplar del viento sonda traía de distintas partes de la ciudad. Por los problemas de ese día no demostré ningún tipo de interés por lo que el enfermero me contó de este paciente y en el momento en que me lo dijo pensé que si el primer día me pedía eso y se lo daba, a la semana me iba a reclamar servicio de cuarto, y decidí negarlo totalmente, aprovechando la sobrepoblación de el hospital, como una especie de excusa cierta.
A las diez de la noche, y como acostumbro a hacerlo, realizo mi recorrido de rutina por los pasillos del hospital, realizando mis reflexiones sobre las locuras de mis pacientes, y como yo lo llamo el sistema de calificación social de coherencia, y siempre saco la misma conclusión al llegar junto al dispensar de agua que queda al final de uno de los pasillos, una persona se vuelve loca cuando comienza a actuar de una manera que nadie en la sociedad, es la ruptura que produce el comportamiento lo que molesta, entonces si esto es realmente coherente, Einstein, Dalí y tantos otros no se habrían destacados, ya que sus vidas se hubiesen consumido dentro de una sala de internación de hospital psiquiátrico, esto me lleva a pensar quien es el loco, o los locos si ellos o nosotros, y todos los días termino abandonando todo y diciéndome a mi mismo que mi trabajo me esta afectando y mucho, y al mismo tiempo me respondo, ser el director del Hospital Suárez no es fácil y cambio la vuelta por una cena solo y una ducha en mi bañera, con agua muy caliente.

Escrito por: Hernan Cavallero
Continuara......

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